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  1. Segunda Reunión (31 de octubre de 2013)

    lunes, 28 de octubre de 2013

    El jueves 31 de octubre tenemos nuestra segunda reunión del grupo de jóvenes. Siguiendo la linea de la primera reunión queremos profundizar en nuestra experiencia de Fe utilizando como guía para la reflexión un texto del libro "Fijos los Ojos en Jesús".
    Para esta reunión vamos a ir a la tercera parte del libro, la que escribe Pagola.
    Este autor nos propone algo muy fácil de comprender y vital para el creyente que quiere vivir una Fe auténtica y viva. Él lo llama Volver a Jesucristo.



    Asi comienza el primer capítulo que os invito a leer:

    Volver a Jesucristo
    Es lo primero y más decisivo: poner a Jesucristo en el centro de nuestra fe. Todo lo demás viene después. ¿Qué puede haber más necesario y urgente para los cristianos que despertar en nosotros la pasión por la fidelidad a Jesús? Ya no basta cualquier reforma o aggiornamento. Necesitamos volver al que es la fuente y el origen de la Iglesia: el único que justifica su presencia en el mundo. Arraigar nuestra fe en Jesucristo como la única verdad de la que nos está permitido vivir y caminar de manera creativa hacia el futuro. Recuperar lo esencial del Evangelio, renacer juntos del Espíritu de Jesús.

    a) Entrar por el camino abierto por Jesús
    Los cristianos tenemos imágenes bastante diferentes de Jesús. No todas coinciden con la que tenían de su Maestro querido los primeros hombres y mujeres que lo conocieron de cerca y lo siguieron. Cada uno nos hacemos nuestra idea de Jesús. Esta imagen interiorizada desde niños a lo largo de los años condiciona nuestra forma de vivir la fe. Desde esta imagen escuchamos lo que nos predican, celebramos los sacramentos y configuramos nuestra vida cristiana. Si nuestra imagen de Jesús es pobre y parcial, nuestra fe será pobre y parcial; si está distorsionada, viviremos la experiencia cristiana de manera distorsionada.
    No basta con decir que aceptamos todas las verdades que la Iglesia propone acerca de Cristo. La fe viva y operante solo nace en el corazón de quien vive como discípulo y seguidor de Jesús. Es esencial e irrenunciable confesar a Cristo como «Hijo de Dios», «Salvador del mundo» o «Redentor de la humanidad», pero sin reducir nuestra fe a una «sublime abstracción». No es posible seguir a un Jesús sin carne. No es posible alimentar la fe solo de doctrina. Necesitamos un contacto vivo con su persona: conocer mejor su vida concreta y sintonizar vitalmente con él. Necesitamos captar bien el núcleo de su mensaje, entender mejor su proyecto del reino de Dios, dejarnos atraer por su estilo de vida, contagiarnos de su pasión por Dios y por el ser humano. ¿Qué podemos hacer? Los cristianos de las primeras comunidades se sentían seguidores de Jesús más que miembros de una nueva religión. Según Lucas, las comunidades están formadas por personas que han conocido el «Camino del Señor» (Hch 18,25) y, atraídas por Jesús, han entrado por él. Se sienten «seguidores del Camino» (Hch 9,2). La carta a los Hebreos precisa que es «un camino nuevo y vivo, inaugurado por Jesús para nosotros» (Heb 10,20). Un camino que hemos de recorrer viviendo una adhesión plena a su persona, «con los ojos fijos en Jesús, el que inicia y consuma la fe» (Heb 12,2). Más tarde, el evangelio de Juan lo resume todo poniendo en labios de Jesús estas palabras: «Yo soy el camino, la verdad y la vida. Nadie va al Padre sino por mí» (Jn 14,6).
    Por desgracia, tal como es vivida hoy por muchos, la fe cristiana no suscita «seguidores» de Jesús, sino solo adeptos a una religión. No genera «discípulos» que, identificados con su proyecto, se entregan a abrir caminos al reino de Dios, sino miembros de una institución que cumplen mejor o peor sus obligaciones religiosas. Muchos de ellos corren el riesgo de no conocer nunca la experiencia más originaria y apasionante: el encuentro personal con Jesús. Nunca han tomado la decisión de seguirle. Sin embargo, como ha dicho Benedicto XVI, «no se comienza a ser cristiano por una decisión ética o una gran idea, sino por el encuentro con un acontecimiento, con una Persona, que da un nuevo horizonte a la vida y, con ello, una orientación decisiva» (1 Deus caritas est1.).
    La renovación de la fe está pidiendo hoy pasar de unas comunidades formadas mayoritariamente por «adeptos» a unas comunidades de «discípulos» y «seguidores» de Jesús, el Cristo. ¿Cómo entrar por ese camino abierto por Jesús?

    b) Volver a Galilea
    Los relatos evangélicos han sido compuestos para ofrecernos la posibilidad de conocer ese camino abierto por Jesús. Es lo que sugiere el mensaje que reciben las mujeres junto al sepulcro la mañana de Pascua: «Buscáis a Jesús de Nazaret, el crucificado. Ha resucitado. No está aquí». No hay que buscarlo en el mundo de los muertos. ¿Dónde puede ser encontrado por sus seguidores? Hay que volver a Galilea: «Él va delante de vosotros. Allí lo veréis» (Me 16,7). Hemos de ir a Galilea, volver al inicio. Hacer el recorrido que hicieron los primeros discípulos siguiendo la llamada de Jesús: escuchar de nuevo su mensaje, aprender su estilo de vida al servicio del reino de Dios, compartir su destino de muerte y resurrección. (Según algunos autores, algo de esto parece sugerir también Lucas cuando, en su relato del nacimiento de Jesús (2,1-20), insiste en la consigna de los pastores: «Vayamos a Belén». Volvamos al origen. Descubramos en el niño recostado en el pesebre al Salvador: el Mesías, el Señor.).

    Recorriendo los relatos evangélicos podemos experimentar que la presencia invisible y silenciosa del Resucitado en su Iglesia adquiere rasgos humanos y recobra voz concreta que nos llama también hoy a seguirle. Por eso, el Vaticano II nos ha recordado que, «entre todas las Escrituras, incluso del Nuevo Testamento, los evangelios ocupan, con razón, el lugar preeminente, pues son el testimonio principal de la vida y la doctrina del Verbo encarnado, nuestro Salvador»(Dei Verbum 18). Los evangelios no son libros didácticos que exponen doctrina académica sobre Jesús. No son tampoco biografías redactadas para informarnos con detalle de su trayectoria histórica. Lo que encontramos en estos escritos es el testimonio del impacto causado por Jesús en los primeros que se sintieron atraídos por él y respondieron a su llamada.
    Por eso, los evangelios son para nosotros una obra única que no hemos de equiparar con el resto de los libros bíblicos. Solo en los evangelios encontramos la «memoria de Jesús», tal como era recordado, creído y amado por sus primeros seguidores y seguidoras. Estos escritos, nacidos de su experiencia directa con Jesús, constituyen el camino más natural para ponernos en contacto con Jesús resucitado y con su fuerza para engendrar también hoy nuevos discípulos y seguidores.
    Al recorrer los relatos evangélicos escuchamos las palabras de Jesús, no como el testamento de un venerado maestro que pertenece para siempre al pasado, sino como palabras de alguien que está vivo en medio de nosotros, comunicándonos «espíritu y vida» (Jn 6,63). Por otra parte, recordamos la actuación de Jesús no como la historia pasada de alguien que vivió hace muchos siglos, sino de alguien que ahora mismo está con nosotros curando nuestras vidas, defendiendo la dignidad de los pobres y marginados, acogiendo a pecadores e indeseables, abrazando a los pequeños, frágiles e indefensos, y llamándonos a todos a ser compasivos como el Padre del cielo.
    Los relatos evangélicos, leídos, escuchados, meditados, compartidos y guardados en nuestros corazones y en nuestras comunidades, nos permiten actualizar la experiencia primera de aquellos que se fueron encontrando con Jesús por los caminos de Galilea. Esta experiencia nos hace vivir un proceso de nacimiento a una fe nueva, no por vía de «adoctrinamiento» o de «aprendizaje teórico», sino por medio de un contacto vital y transformador con Jesús, narrado en los evangelios. Lo que acogemos en nuestro corazón no es la instrucción de un catequista o la predicación de un presbítero, sino la Buena Noticia de Dios encarnada en Jesús. Ese Evangelio, que, según Pablo de Tarso, es «una fuerza de Dios para la salvación de todo el que cree» (Rom 1,16).

    Preguntas para guiar la reflexión y el momento de compartir:

    1.- ¿Cómo entienden y viven su fe los cristianos que tú conoces? Piensa en personas concretas. Pon ejemplos, indica actitudes y síntomas:

    • ¿como adeptos que cumplen sus obligaciones religiosas?
    • ¿como discípulos que aprenden a vivir como Jesús?
    • ¿como seguidores que colaboran en su proyecto del reino de Dios?


    2.- ¿Y cada uno de nosotros? ¿como discípulos, amigos y seguidores de Jesús? ¿Como miembros de una parroquia? ¿Cómo es nuestra relación con Jesús? ¿Cómo eso se concreta en nuestra vida diaria, en lo cotidiano de nuestro día a día?

    3.- ¿Te parece urgente volver a Jesús, el Cristo, para arraigar nuestra fe con más verdad y fidelidad en su persona y su proyecto del reino de Dios? ¿Lo necesitas? ¿Por qué?

    Nos vemos el jueves. Buena semana :)

  2. 1 comentarios:

    1. Hola a todos! La verdad que os agradezco la idea del blog, ya que mi situación personal ahora mismo, me está dificultando mucho poder encontrar espacios para pararme y retomar mi diálogo con Jesús. Cómo todos sabéis estoy en segunda vuelta del MIR, que es como la fuerte, en la que te mandan unos planning que tienes que cumplir diariamente, últimamente mi semana está ligada a los manuales, la biblioteca y los subrayadore, (sí hay hasta código de colores para subrayar) a veces no sé si me he metido en una academia militar o para preparame el MIR! A esto se añade que con la enfermedad de mi madre perdí todo el mes de Agosto y parte de Septiembre (si se le puede llamar perder, porque MIRes hay muchos y madre solo una, pero para que me entendáis) total que ahora me toca hacer el trabajo de esos meses en uno, así que estudio dos bloques a la vez, y voy a dos clases o más por semana. Bueno, no os voy a contar más rollo, pero esta situación me lleva a que hasta que no me ponga al día tengo que renunciar a otras cosas de mi vida, el baile, mi pasión oculta, y lo que más me duele el grupo de jóvenes... y mira que intento e intento planearme y organizarme pero no me da para más el día. Espero que me comprendáis y que os tengo muy presentes a todos en mi vida, porque ahora mismo la palabra es una necesidad en mi "caos ordenado" y con esta página puedo seguir aunque desde la distancia compartiendo con vosotros.

      La verdad que de todas me resuena la tercera pregunta, pues me urge, mejor dicho ME URGE, volver a Jesús, reencontrarme con él, en el tú a tú, en la Oración, pues muchas dudas llenan ahora mi mente, la más importante es "el sufrimiento humano" que lo estoy viviendo de cerca, cómo ya sabéis el novio de una muy amiga común de algunos del grupo se está muriendo, y la cosa ya es de horas, hoy, mañána, quizás pasado... no han podido formalizar su amor, no han podido casarse cuando era su mayor y última ilusión, y eso me remueve y me destroza, porque no entiendo cómo si el amor que es la mayor fuerza, el amor de Dios que nos quiere como padre y madre, no ha dejado que se casen, es decir, a ver si me explico... que qué debe aprender mi amiga de esta situación, cual es su misión en la vida después de esto?... la verdad que esto me está suponiendo una gran fuente de dudas y necesito encontrar respuesta porque esta situación se me escapa demasiado de las manos y a veces incluso me derrumbo. Es por eso que necesito pararme, esos momentos de silencio y encuentro con Jesús que ahora hecho tanto de menos, y espero poder encontrarlos y poder asistir, porque el grupo es un momento pero no soy capaz de llegar...

      Aun así son buenas noticias que seguramente la semana que viene ya consiga ponerme al día, solo me queda cardiología y epidemiología y este puente voy a trabajar en ello como si no hubiera mañana. Porque siento una gran necesidad de Dios y una necesidad de compartir con vosotros la vida a la luz de la oración.

      Espero que en la reunión os ilumine el señor y os tengo presente entre los libros. Muchas gracias por la idea del blog

      Ivan

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